Obligado hablar en una de mis primeras publicaciones sobre Venezuela, mi país natal, ubicado  al norte de América del Sur y es que es muy difícil para todos sus hijos, no sufrir por ella, incluso estando lejos.

Estamos en el mes de Abril del ano 2017, atravesando por una crisis, la mas grande de la historia, un monstro que ha devorado todo a su paso y que sin ningún remordimiento acabo con todo lo que habíamos construido a lo largo de muchos anos. Si bien es cierto que no éramos perfectos y que pudimos haber hecho las cosas mejor, también es cierto que éramos un pueblo feliz, todo abundaba, le dábamos la bienvenida a todos sin distingo de razas, ni credos. La vida transcurría entre estudiar y trabajar, para luego disfrutar y así creíamos que era la vida de todos en cualquier parte del mundo.

Como nada es para siempre, nos llego la hora de cambiar todo ese paraíso por un proyecto de algunos que convenció con mucha fuerza a muchos de los nuestros y hoy en día pagamos las consecuencias de haber creído que en cualquier momento si no servía, lo sacábamos y hasta ahí.

Pero no fue así, aquel pueblo risueño, alegre y bueno, se fue convirtiendo en una especie de jungla, en la que todos debían sobrevivir a todo y a todos.

Mi país se cae a pedazos, algunos hijos lo lloramos de lejos, no por cobardía, nos tocó despedirnos y sacrificarnos también.

Algún día pueblo mío, recuperaremos lo que fuimos, limpiaremos tus heridas y celebraremos juntos como hermanos, sin divisiones, sin rencores.

Volveremos a ser ese país hermoso que algún día fuimos, al norte de América del sur.